La edad adulta viene marcada por la exigencia social de madurez emocional. Sin embargo, dentro de cada uno de nosotros existe un mundo interior inmenso, lleno de emociones, pensamientos, sensaciones, actos, miedos, conflictos, dificultades…
Un adulto lleva consigo una mochila cargada de vivencias positivas y negativas, confrontadas o no del todo superadas.
Conflictos internos que desembocan en estados depresivos, ansiosos, explosiones de ira, inestabilidad emocional, búsqueda de sentido, etc.
En numerosas ocasiones tales conflictos internos llegan a afectar a nuestros más cercanos, desequilibrando también su mundo interno.